Entre los instrumentos más significativos en los rituales mesoamericanos, los cascabeles tuvieron un lugar preponderante.

De colores blancos, dorados o platas, estos objetos tenían una correspondencia muy profunda con las danzas y rituales religiosos, aunque su uso estaba destinado a la clase dominante. Los danzantes o músicos amarraban los cascabeles a sus tobillos o muñecas para hacerlas sonar con el movimiento. Relacionados directamente con el sol y la luna, sus sonidos evocaban ciertos elementos de la naturaleza, la lluvia, el recorrido del agua, las tormentas, que, de alguna manera, simbolizan la fertilidad y la abundancia.

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