La ciudad, nos enseñó Héctor García, no la hacen las calles ni los establecimientos, sino la gente que vive y muere entre sus callejones y plazas públicas. García no sólo tuvo un gran ojo como artista, además, siguió puntualmente los movimientos sociales como el 68, en cuyas fotografías se muestra a la multitud de ambos sexos y de todas las edades rechazando a soldados, pero también hacen algo más: incluyen al espectador en la protesta, mueven a la indignación, alertan y conmueven. Hay una suerte de brutal ternura en sus retratos que nos permite observar la fragilidad y la arrogancia, la desnudez y la pérdida sin doblez ni juicios. 

 

En la revista “Alquimia” No.42 cuya colección está en la Mediateca INAH, hay un ensayo de Raquel Navarro Castillo sobre la revista “Ojo” donde García pudo publicar sus fotos del 68.