“El aguilita”, como era conocida esta escultura de cobre dorado laminado y cincelado, fue elaborada en el siglo XVII y reconstruida en el siglo XVIII. Antes de ser resguardada por el Museo Nacional de Historia, estuvo en la Plaza de Juan José Baz y después en la de Santo Domingo.

Durante la época colonial, el águila con alas extendidas, posada sobre un nopal y devorando una serpiente fue un símbolo de identidad de ciertos grupos sociales. Fue hasta 1917 que la Constitución estipuló que el águila real de perfil, en actitud de combate, con una garra apoyada en un nopal sostenido de una peña que emerge de un lago, y la otra garra sujetando una serpiente, enmarcada por una rama de encino y otra de laurel, unidas por un listón tricolor, sería el escudo nacional, recordando la fundación de México-Tenochtitlan.

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