El juego de pelota prehispánico fue una actividad tan extendida que abarcó desde la región maya hasta el hoy estado de Arizona, Estados Unidos, con más de 500 canchas.

La cancha, que representaba el universo, estaba dividida en dos por una línea que se encontraba en el suelo. Los límites de la zona de juego simbolizaban la puesta y la aparición de las estrellas. El juego consistía en pasar la pelota, representación del sol, de un lado de la línea al otro, y ganaba al instante quien lograra pasar la pelota a través del centro de las piedras circulares. Para esto los competidores solo podían golpear la pelota con las caderas, los hombros, el antebrazo o la espalda, y no con las manos. La pelota, hecha a base de hule, era tan pesada que debían usar una cincha de cuero en la cadera para golpearla.

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