San Roque, santificado por el Papa Gregorio XIII en el siglo XVI, es considerado el abogado ante pestes y epidemias. Perteneció a la Tercera Orden de los franciscanos, rama de esta congregación reservada a las personas laicas que quieren vivir bajo la espiritualidad de San Francisco.

San Roque nació en el siglo XIV en la ciudad francesa de Montpellier. Al quedar huérfano vendió todo lo que le habían heredado y repartió lo obtenido entre los pobres. Con la misión de enseñar la fe cristiana, emprendió su peregrinación a Roma. Se dice que logró curar inexplicablemente a los enfermos de peste de un hospital de la zona de la Toscana, sin embargo el contacto con los enfermos provocó que él mismo quedara contagiado y se vio obligado a retirarse en un bosque de las afueras de la ciudad.

Mientras vivió en el bosque, San Roque era alimentado por un un perro que le llevaba todos los días el pan que tomaba de la mesa de su amo, un hombre llamado Gottardo Pallastrelli. Un día Pallastrelli decidió seguir al perro y encontró a San Roque. Lo llevó a su casa, lo alimentó y cuidó. Una vez curado, Roque decidió volver definitivamente a Montpellier, pero en el camino, al norte de Italia, unos soldados lo arrestaron acusándolo de espía. San Roque murió encarcelado, dicen que tenía 32 años de edad.