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  • Colección Juan Antonio Azurmendi - Fototeca Nacional

    Fotografías

    Esta colección, compuesta por 372 piezas (265 negativos y 107 positivos) tomadas alrededor de 1890 y 1905. Ingresó a la Fototeca Nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia en abril de 1981, gracias a la generosidad de la familia Horcasitas Azurmendi. Esta peculiar colección fotográfica perteneció a Juan Antonio Azurmendi y, en términos generales, podemos considerarla como fotografía de familia. En ella aparecen los retratos de él, de su esposa Dolores de Teresa y de sus dos hijas; los bienes y propiedades familiares, como la fábrica textil La Colmena; además de vistas de los alrededores de la Villa Nicolás Romero, en Tlanepantla, Estado de México, donde se ubicaba la fábrica. Los viajes también fueron sujeto fotográfico, de manera que encontramos tomas tanto de sus paseos en la inmediaciones de la Ciudad de México como de sus vacaciones en Europa. Sumamente atractivas resultan las fotografías tomadas en los interiores y el jardín de la finca de su propiedad, en la calle Sadi Carnot de la colonia San Rafael, en la capital. Dentro de este conjunto sobresale una serie de singulares tomas el proceso constructivo del inmueble. Los empleados domésticos aparecen muchas veces, acompañando a la familia o incluidos en el registro de la mansión. En algunas imágenes asoman amigos y otros miembros de las parentelas Azurmendi y De Teresa, acaudaladas familias porfirianas.

    Como ha mostrado Patricia Massé, si bien las placas no llevan firma, es posible reconocer en esta colección un origen común, atribuible tanto a cuestiones estilísticas como técnicas. Es claro que en el conjunto hay más de un fotógrafo, aunque también es evidente un punto de vista similar, propio de una misma clase social. Azurmendi o los fotógrafos que efectuaron las placas, operaron por lo menos con dos equipos: uno con tripié y otro portátil. El primero corresponde a la tecnología fotográfica más usual durante la segunda mitad del siglo XIX; el segundo, en cambio, se volvió popular al despuntar el XX. Es posible que en la casa existiera un cuarto oscuro.

    Estilísticamente hablando, en las imágenes es apreciable una coherencia estructural sustentada en los principios de la perspectiva y en un orden que garantiza la visualización de un espacio inteligible. En dos de las piezas, con imágenes poco representativas de su temática característica, están inscritas las iniciales J. A. del propio Juan Antonio Azurmendi, y en piezas de otras colecciones se ha constatado su firma en algunas impresiones. Las imágenes remiten al perfil de un aficionado que tomaba fotografías por placer y que se mantuvo al margen de la práctica profesional como vía de sustento. Se trata, desde luego, de un aficionado conocedor, diestro en el manejo de equipos fotográficos y con interés por la experimentación, que en este caso va desde la manipulación a la que somete algunos negativos para alterar la imagen, hasta el juego con la figura del propio fotógrafo.

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  • Acervo Histórico - Museo de las Culturas de Oaxaca

    Piezas históricas

    El acervo de la colección histórica muestra objetos propios de la consolidación de la colonia y la evangelización en la región de Oaxaca. Destacan aquellos que revelan las formas en las que las poblaciones indígenas respondieron a estos fenómenos, mostrando una tenaz resistencia para reponerse de los estragos y traumas de la Conquista. Como consecuencia de esta oposición se consiguió el fortalecimiento de su identidad, la reactivación de su economía, la recuperación de su dinámica demográfica y una organización basada en tradiciones, usos y costumbres. De igual forma, se manifiestan distintos momentos históricos del Oaxaca independiente hasta la revolución y durante el siglo XX.

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  • Serie De la independencia a la revolución - INAH TV

    Videos

    La historia de México debe ser contada una y otra vez, porque mientras más la analicemos y nos preguntemos sus porqués, será más fácil poder vislumbrar una mejor sociedad y entendernos como individuos partícipes de ella. En este sentido, las conmemoraciones del bicentenario de la Independencia y del centenario de la Revolución, nos brindan una oportunidad para mirar al pasado y entender los acontecimientos históricos, no como hechos fortuitos, sino como procesos que han trazado el devenir de nuestro país. A lo largo de 8 programas, la serie "De la Independencia a la Revolución" realiza una revisión cronológica, a través de breves recorridos ilustrados con acervos históricos, que da cuenta de los contextos y la vida cotidiana, del siglo que nos llevó de un movimiento social a otro. 

    El primer capítulo se titula “Una sociedad llena de preguntas”, trata sobre la época novohispana y el movimiento independentista. El segundo, “Un arduo comienzo”, retrata los primeros años de la vida independiente hasta 1854. El tercero, “Las disputas por la nación”, abarca las luchas entre liberales y conservadores del siglo XIX, fundamentalmente la Guerra de Reforma y el Segundo Imperio. El cuarto, “Una paz inquieta” da cuenta de la República Restaurada y el Porfiriato El quinto, “Y la Independencia cumplió 100 años”, retoma el último tramo del Porfiriato, específicamente la celebración del centenario de la Independencia a través de inauguraciones, banquetes y numerosos actos cívicos. El sexto, “Una idea que viaja en ferrocarril”, expone la expansión acelerada de esta industria a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, así como su uso durante la Revolución. El séptimo, “La Revolución Documentada”, muestra los registros del periodo revolucionario a través de los medios de expresión de entonces (cine, fotografía, prensa, pintura…) El octavo, “El Pasado de nuestro presente”, refiere el interés de la nación mexicana por su historia a lo largo del tiempo, hasta llegar al Instituto Nacional de Antropología e Historia.

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  • Serie Piedras que hablan - INAH TV

    Documentales 

    En un esfuerzo por conjuntar el conocimiento arqueológico y la experiencia de producción televisiva, el Instituto Nacional de Antropología e Historia y Canal 22 unen pasión, vocación y técnica, para poner en la mira de los televidentes, el fascinante mundo de la arqueología mexicana. Descubrir los sitios arqueológicos, a través de la historia de sus exploraciones y develar algunos de los descubrimientos más significativos, son parte de la trama que conforma cada programa. En este viaje al pasado también podremos conocer los criterios y las técnicas arqueológicas, así como el uso de herramientas, algunas utilizadas desde hace décadas y que son indispensables en este quehacer, hasta otras más sofisticadas que implican tecnologías como el escaneo aerotransportado, mismas que acercan al estudioso al conocimiento que persigue.

    Esta travesía de 13 narrativas nos traslada a ciudades antiguas del México precolombino, lo mismo a través de una evocación literaria, que a la crudeza del clima derredor de los vestigios, y que con genio intelectual nos lleva una de las plumas más brillantes de nuestros tiempos, el escritor Juan Villoro. Tras caminatas a través de la selva o el desierto, el arribo a templos por escalinatas cada vez más estrechas y restringidas, el paso por laberintos oscuros que evocan el inframundo o el descenso a cenotes, Villoro va al encuentro de los arqueólogos especialistas de cada una de las antiguas ciudades, y entre su charla, comparten con nosotros cómo fueron develando el misterio y significado de estructuras, estelas o jeroglíficos, y por supuesto el verdadero sentido de los juegos de pelota. De muchas ciudades pareciera que se sabe todo, pero aún de las más estudiadas como Palenque o Teotihuacan se develan, tras cada temporada de investigación, nuevas historias de sus hacedores y del complejo de un pensamiento siempre ligado a la naturaleza y al concepto de lo divino que, en ocasiones, ha cambiado la perspectiva que desde nuestros tiempos hemos configurado sobre los antepasados precolombinos.

    Considerando que México es uno de los países con mayor acervo patrimonial del planeta, se ha convertido en un referente constante e ineludible para la práctica de la Arqueología, por ello la importancia de los documentales arqueológicos. Y no sólo los grandes hallazgos históricos son los que damos a conocer, son también los procesos de diagnóstico, investigación, preservación y difusión del patrimonio, que han permitido fundar una muy sólida tradición arqueológica mexicana. Interroguemos a las piedras y hagámoslas hablar para que nos digan sus más profundos secretos.

    El primer episodio, “Monte Albán, la entrada al cielo” da cuenta del conocimiento de dicha zona desde el siglo XIX y, sobre todo, de las exploraciones a gran escala inauguradas por Alfonso Caso, incluyendo los descubrimientos en la vecina Atzompa. El segundo, “Yaxchilán, la ciudad de la Selva joven” informa sobre las investigaciones habidas en esta zona maya, incluido el descubrimiento de los mensajes de sus numerosos glifos. Incluye comentarios de los arqueólogos Daniel Juárez Cossío y Roberto García Moll. El tercero, “Tajín, la ciudad del relámpago”, resalta la identificación de 17 canchas para el juego de pelota, elemento que permite advertir la importancia que sus pobladores concedieron a este rito como medio para impactar en el movimiento del cosmos. El cuarto, “Toniná, el sueño vertical”, no sólo habla de las exploraciones y de los edificios, sino de la historia de la ciudad, especialmente sus guerras contra Palenque. Incluye comentarios de Juan Yadeun. El quinto, “Templo Mayor, Centro de Centros” ofrece información acerca de las exploraciones en el territorio que antiguamente conformó Tenochtitlán, desde la emprendida por Manuel Gamio en 1914. Se resalta el hallazgo de Coyolxauhqui. Incluye comentarios de Eduardo Matos Moctezuma y Leonardo López Luján. El sexto, “Chichén Itzá, la invasión perpetua”, relata los diversos intentos de viajeros y exploradores por alcanzar dicha zona, así como de la visita de estudiosos del pasado y de turistas año con año. También informa sobre las estructuras de la urbe. Incluye comentarios de los arqueólogos Rafael Cobos, José Huchim y Luis Alberto Martos El séptimo, “Paquimé, Ciudad de Hombres”, brinda información sobre dicha ciudad ubicada en el actual Estado de Chihuahua, así como de la cultura Casas Grande. El octavo, “Cenotes de Yucatán y Quintana Roo, el agua del origen” se informa sobre estos depósitos acuíferos y su relación con los primeros pobladores de la península yucateca, así como de las costumbres funerarias y mitos de los antiguos mayas. Incluye comentarios de los arqueólogos Guillermo de Anda, Helena Barca y Luis Alberto Martos. El noveno, “Calakmul, selva de estelas” se describe la historia conocida de la ciudad, sobre todo con relación a su guerra contra Tikal. Incluye comentarios del arqueólogo Omar Rodríguez. El décimo, “El Cóporo, Plazuelas y Peralta, Caminos de Guanajuato”, brinda información de esas tres zonas en cuanto a sus piedras grabadas y edificios característicos de la zona. Cuenta con comentarios de Efraín Cárdenas, Carlos Torreblanca y Carlos Castañeda. El onceavo, “Michoacán, el reino inconquistable”, expone las características principales de las tres grandes urbes de la región: Tzintzuntzan, Ihuatzio y Pátzcuaro, y de otras como Huandacareo, Tres Cerritos y Tingambato, así como el devenir general de los purépechas. Incluye comentarios de Socorro Landa, Melchor Cruz y Arturo Oliveros. En el doceavo, “Teotihuacan, la Casa del Sol y la Luna” se da cuenta de la principal urbe mesoamericana. En el treceavo, “Palenque, la Moneda de Jade” se revelan datos interesantes acerca de la construcción de la ciudad, de la vida de Pakal y de sus ritos funerarios.

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  • Serie Zonas Arqueológicas - INAH TV

    Cápsulas

    Un recorrido descriptivo por veinticinco sitios emblemáticos como Teotihuacán, Calakmul, Cacaxtla, y Paquimé, entre otros. Cada cápsula de cinco minutos es un breve ensayo visual sobre la importancia de cada zona. 

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  • Colección de Libros de Coro - Museo Nacional de Virreinato

    Cantorales

    93 volúmenes forman la colección de libros de coro del Museo Nacional del Virreinato, los cuales proceden de la Iglesia Catedral Metropolitana y otros centros religiosos de Nueva España. Los libros de coro fueron creados como instrumentos para propiciar la alabanza y la adoración. Estos responden a las festividades del calendario litúrgico como la Natividad, la Pascua, etc. Por lo tanto, se les transformaba de acuerdo con las necesidades de las autoridades eclesiásticas.

    Su llegada a la Nueva España se sitúa en el siglo XVI, donde adquirieron también una función catequística. El material que los compone es pergamino, las notas y los textos en latín se encuentran en tinta de color negro, mientras que el rojo se utilizó para rúbricas, epígrafes, abreviaturas y los asteriscos que indicaban la respiración a los cantores. Además de lo anterior, los libros de coro contenían decorados e iluminaciones. Cabe mencionar que el tamaño de los textos debía ser lo suficientemente grande para ser visibles por todos los miembros del coro.

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  • Acervo Arqueológico - Museo de las Culturas de Oaxaca

    Piezas arqueológicas

    Esta colección difunde aspectos culturales de las civilizaciones prehispánicas de Oaxaca. Gracias a los objetos de este acervo podemos apreciar el desarrollo civilizatorio de estas culturas, desde los primeros restos arqueológicos hallados en la región, hasta el establecimiento de ciudades como Monte Albán y el surgimiento de grandes señoríos como Yagul, Mitla, Lambitieco y Zaachila.

    Forma parte importante de este acervo el tesoro de la tumba de 7 de Monte Albán, uno de los descubrimientos más relevantes de la arqueología mexicana. Aquí se agrupan objetos ornamentales mixtecos elaborados con oro, plata y piedras preciosas como turquesa, obsidiana, piedra verde, cristal de roca, entre otros. Estos formaron parte de las redes de intercambio con otros sitios mesoamericanos.

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  • Colección Peter Smithers - Fototeca Nacional

    Fotografías

    El 28 de enero de 1999, sir Peter Smithers (1913) donó al gobierno de México su colección de fotografías sobre nuestro país, tomadas en la década de 1940 durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se desempeñaba como agregado naval en México, Centroamérica y Panamá. En Cuernavaca, creó un pequeño jardín, una de sus pasiones, y coleccionó especimenes para el Herbario del Museo Británico. Durante su estancia en México, Smithers realizó un amplio registro fotográfico de sitios arqueológicos, edificaciones religiosas coloniales y paisajes locales que suman 3,334 transparencias. Para ello empleó dos cámaras Leica y película en color Ektachrome, que apenas comenzaba a utilizarse en ese entonces. La donación fue gestionada por la Embajada de México en el Reino Unido a través de su embajador, Santiago Oñate Laborde, y del agregado cultural Juan Manuel Santín.

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  • Colección Familia Álvarez Bravo y Urbajtel - Fototeca Nacional

    Fotografías

    El 31 de agosto de 2004 se recibieron 242 negativos en cristal originales de Guillermo Kahlo (1871-1941), que pertenecieron al gran fotógrafo mexicano Manuel Álvarez Bravo (1902-2002) y que, gracias a la generosidad de su familia, se integraron a la Fototeca Nacional. Según cuenta Colette Álvarez Urbajtel, las placas fueron adquiridas, alrededor de 1968, a un anticuario situado en la calle de Tacuba.

    A lo largo de su vida, don Manuel integró diversas colecciones fotográficas, que ponen de manifiesto su interés por la historia de la fotografía, su conservación y difusión. Donó un primer conjunto de imágenes al Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, y en 1980 empezó a armar una colección para el museo de fotografía que la Fundación Cultural Televisa planeaba realizar. Formó parte de múltiples iniciativas para dar a conocer el patrimonio fotográfico de nuestro país, entre ellas, fue miembro fundador del Consejo Consultivo del Sistema Nacional de Fototecas del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

    La colección de Kahlo, que abarca de 1901 a 1934, complementa el acervo relativo a este autor con que ya contaba la Fototeca Nacional, relacionado con el proyecto porfiriano de registrar los bienes de propiedad federal. Propias de un fotógrafo especializado en arquitectura, la mayor parte de estas imágenes también corresponden a trabajos de documentación de inmuebles, incluyendo los religiosos, pero van más allá de los límites temporales y temáticos de la encomienda del secretario de Hacienda, José Yves Limantour; de manera que cubren un periodo y un rango poco conocido de su obra.

    Puede suponerse entonces que por lo menos hasta 1913, Kahlo siguió trabajando para el gobierno federal en la formación del catálogo. Igualmente, se evidencian las comisiones de múltiples compañías y de particulares, o bien, el trabajo que realizó para enriquecer su archivo personal, lo que le permitía responder a las solicitudes para publicaciones de diversa índole.

    La colección también cuenta con temáticas aparentemente poco habituales en este fotógrafo, como los retratos del presidente Venustiano Carranza y de un anónimo aguador; una panorámica del Zócalo dominado por el movimiento de vehículos, y escenas de comitivas o paseantes, como la del príncipe Adalbert. Asimismo, se encuentran apacibles vistas de Coyoacán y tomas de sitios lejanos a la capital o de difícil acceso, por ejemplo las ruinas de Palenque y Chiapa de Corzo, o Mérida engalanada para recibir al presidente Porfirio Díaz. Resguarda además tomas de diversos museos, reproducciones de pinturas de la Academia de San Carlos, y una curiosa copia de una cascada en el valle de Yosemite, que posiblemente le sirviera de inspiración para las acuarelas y óleos que Kahlo realizó a lo largo de su vida. En síntesis, se trata de una colección que abre nuevas perspectivas de investigación sobre una de las figuras señeras de la fotografía de inicios del siglo XX.

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