Esta representación posclásica del dios mexica del fuego y del tiempo fue hallada en la Ofrenda 16 del Templo Mayor, rodeada por cinco cuentas de piedra verde dispuestas en forma de quincunce. Actualmente se conserva en el Museo Nacional de Antropología.

Xiuhtecuhtli fue una deidad compleja, conocida también como Ixcozauhqui (“rostro amarillo”, aludiendo al color con el que se le representaba), Cuezaltzin (“llama de fuego”) y Huehuetéotl (“el dios viejo”). Era adorado y temido, pues el fuego quema, pero también da calor y cuece los alimentos. Su templo, llamado Tzonmolco, era escenario de sacrificios humanos en los que se inmolaban cuatro esclavos pintados con los colores rojo, verde, amarillo y blanco, correspondientes a los cuatro rumbos del universo. Se le concebía como una deidad central que habitaba en el ombligo del mundo, conectando los tres niveles del cosmos: cielo, tierra e inframundo, y cuya misión era mantener el equilibrio entre los dioses.

En esta escultura tallada en roca, Xiuhtecuhtli aparece sentado con los brazos cruzados sobre las rodillas, las piernas flexionadas y el pecho descubierto. Lleva el cabello corto, un tocado de banda con un moño de papel, y presenta mutilación dentaria. Destacan dos protuberancias en su cabeza, interpretadas como los palos para encender el fuego o como las dos cañas o flechas que suelen figurar en su tocado.

En el Repositorio institucional del INAH podrás conocer más detalles de este pieza arqueológica.

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