Ixtépete
Ixtépete |
Cerro de obsidiana |
La zona de Ixtépete se localiza en la zona central de Jalisco en el valle de Atemajac, al interior del área conurbada de Guadalajara. Durante la época prehispánica, este lugar tenía una gran concentración de tierras fértiles que podían ser empleadas para el desarrollo de la agricultura, además contaba con lagos y lagunas someras. Las primeras noticias de Ixtépete datan de 1844 cuando Fray Manuel de San Juan escribió sobre la existencia de algunos “sepulcros o cuis.” Sin embargo, fue hasta la segunda mitad del siglo XX cuando José Corona Núñez inició los trabajos arqueológicos. Así, de 1955 a 1960 realizó la exploración y consolidación de las estructuras I, II y III. En 1965 César Sáenz realizó una segunda temporada de campo que se prolongó hasta 1966, periodo en el que trabajó en la consolidación de la escalera y los taludes incompletos, así como la reconstrucción de los tres cuerpos de la fachada principal de la estructura I. Otro trabajo de gran importancia fue realizado en 1973 por Marcia Castro Leal, Luis Javier Galván y Lorenzo Ochoa, en el que, mediante pozos estratigráficos, exploraron la estructura III y conformaron un plano topográfico del sitio. Posteriormente, en 1975, Javier Galván y Otto Schöndube realizaron un importante hallazgo y rescate arqueológico de un entierro perteneciente a la tradición de las tumbas de tiro. A este lugar se le atribuye una importante actividad comercial sobre todo con regiones como los Altos de Jalisco y La Quemada, en Zacatecas. Formaba parte de un conjunto más amplio que incluía a otros dos centros de población Los padres y el Tizate, además de Santa Ana Tepetitla. La población que lo habitó estaba fuertemente jerarquizada, de ello dan testimonio el espacio funerario destinado a las élites con tumbas de caja, junto con las evidencias de pequeños barrios de trabajadores de cerámica, artefactos líticos y otros productos. Los primeros habilitantes de la zona compartían la tradición de las tumbas de tiro con la mayor parte del Occidente de México. Posteriormente, se integraron a la cultura material dominante en el Clásico mesoamericano, por lo que en su arquitectura integraron el talud y tablero, la distribución arquitectónica de tres templos rodeando un patio, las vasijas de base anular en la cerámica, así como las representaciones estilizadas de la serpiente emplumada y figurillas tipo Teotihuacán II.