Huapoca
Huápoca |
El Conjunto Huápoca forma parte de los más de 180 sitios arqueológicos de “casas en acantilado” (cliff dwellings) que se han registrado en la Sierra Madre Occidental. Está ligado a la cultura de Casas Grandes, de la cual Paquimé fue centro regional. Gracias a que la geografía del lugar dificultó el acceso a esta zona, los conjuntos habitacionales permanecen casi sin ningún tipo de alteración o daño humanos. Al parecer, estos asentamientos se crearon a partir de las migraciones de grupos pertenecientes a la cultura Mogollón, que seguían una ruta de norte a sur y que paulatinamente ocuparon una gran parte de la Sierra de Chihuahua, en el actual municipio de Madera. En este sitio hay cuatro conjuntos: Cueva Nido del Águila, Cueva de la Serpiente, Cueva del Mirador y La Atalaya. Todos ellos comparten rasgos distintivos de la arquitectura de casas en acantilado, es decir, tierra compactada, viviendas de dos niveles, puertas en forma de “T” y graneros. Al igual que las edificaciones de Cuarenta Casas, las de Huápoca se construyeron mediante la técnica del encofrado o modelado, con dos tablones colocados paralelamente para, posteriormente, verter una mezcla de arcilla. El barro se mezclaba con agua y un vaciado semihúmedo dentro de las “formas de madera”. Luego, una persona los batía y, descalza, los apisonaba. Las tablas eran retiradas cuando el barro se secaba, dando como resultado un muro modelado de la longitud y altura de la tabla. El ancho del muro y la altura dependían del uso al que estuviera destinada la edificación. En el caso de un solo piso, la altura alcanzaba alrededor de 2.10 m, mientras que, para realizar más de un nivel, se colocaban nuevamente los moldes sobre los muros para obtener paredes de hasta 6 m. En la construcción de los techos y entrepisos, los habitantes de Huápoca emplearon madera de pino, morillos o latillas delgadas, colocadas una seguida de la otra hasta cubrir el claro deseado. Por lo general, estos techos tenían una extensión máxima de 3 m, mientras que los entrepisos se construían con una viga apoyada en dos muros del cuarto, o bien la pared se sostenía del abrigo rocoso y sobre un apoyo puntual de madera de táscate al centro de la habitación. La viguería se recubría con un firme de barro batido. El mismo procedimiento se empleaba para la construcción de los cuartos del segundo piso; lo habitual era que el nivel más alto utilizara el abrigo de la roca como techo.