Posee magníficos grupos arquitectónicos como la Gran Acrópolis, y estupendos edificios, sobre todo el llamado de los Cinco Pisos. Sus habitantes desarrollaron un complejo sistema hidráulico que les permitió contar con agua todo el año. Llegó a convertirse en una poderosa capital regional entre los años 400 y 1000.
Las primeras evidencias de ocupación humana datan del año 400 a.C. Poco antes del inicio de nuestra era, una pequeña comunidad se desarrolló y conformó con un gobierno centralizado. Con el tiempo sus pobladores construyeron un complejo y eficiente sistema de captación, almacenamiento y desecho de agua pluvial; concentraron la producción y la fuerza de trabajo; erigieron grandes edificios y dominaron a los pueblos de los alrededores. Edzná se convirtió en una poderosa capital regional del occidente peninsular entre los años 400 y 1000. La extensión promedio de la antigua Edzná fue de 25 km2 y se ha calculado que en su apogeo, cuando entabló relaciones con Calakmul y Piedras Negras, tuvo unos 25,000 habitantes. Los siguientes cuatro siglos perdió fuerza política y económica hasta su abandono, alrededor del año 1450 de nuestra era. La construcción del sistema hidráulico permitió contar con el vital líquido para diversos fines prácticos, en especial la agricultura y la subsistencia en las distintas temporadas del año. Ello también facilitó la elaboración de argamasas para crear arquitectura monumental, misma que hoy podemos admirar en varios puntos de la antigua ciudad. Posteriormente los habitantes cubrieron aquellas obras, que consideraban sagradas, con nuevos edificios. Ello generó grandes volúmenes, como el de la Gran Acrópolis, enorme construcción que refleja un gran poder político, económico y religioso, sobre la que se alzaron otros templos monumentales. En la parte central del costado oriente de la Gran Acrópolis destaca el Edificio de los Cinco Pisos (E5P). La obra debe su nombre a los cinco niveles visibles en su lado oeste, todos ellos con cuartos abovedados. La altura del E5P (36 m) desde el nivel de la plaza oriental es una de las mayores elevaciones del valle de Edzná. El templo original fue demolido parcialmente para construir el actual edificio con crestería. Esta fachada poniente corresponde al siglo IX de nuestra era y fue lo último que se agregó al basamento. El lado norte del E5P muestra arquitectura del estilo Petén que fue cubierta con amplios taludes convexos en el Clásico Terminal (800-1200). La burda escalinata central se agregó en tiempos posclásicos. El costado oriente del E5P muestra un proceso similar, pero allá puede verse el inicio o desplante del basamento piramidal, de modo que luego fue cubierto por la Gran Acrópolis. La base de ese basamento pudo tener 80 m por lado. Conocemos 33 estelas de Edzná. Cuatro fueron talladas entre los años 41 y 435; 11 poseen fechas del 633 al 830 y otras son de los siglos IX y X. Casi siempre muestran a gobernantes con indumentaria lujosa que celebran algún ascenso al trono, la participación en el juego de pelota, el dominio de una región, la alianza con otra entidad política, etc. Los estudios recientes incluyen la lectura de dos glifos emblema para Edzná (ciudad y territorio) y 10 nombres de gobernantes, entre los que se incluye una mujer. El nombre con el que hoy se conoce esta gran concentración de vestigios mayas parece haber derivado de los últimos siglos de ocupación prehispánica, cuando pudo llamársele Ytzná. Esta palabra procede de la lengua maya chontal y significa "casa o lugar de los Itzá”, es decir un asentamiento en el que gobernaba una familia llamada Itzá. De hecho, el término continúa usándose como apellido en muchas localidades de la península yucateca. Con el paso del tiempo la voz "Ytzná" se transformó en "Etzná” y a mediados del siglo XX un nuevo cambio la popularizó como Edzná. Sin embargo, la ciudad no tuvo siempre ese nombre. El estudio de los jeroglíficos del sitio ha llevado a saber que existieron dos signos específicos para referirse al lugar. Un topónimo que alude al centro del asentamiento representa el cascabel o los crótalos de una serpiente. Pudo referirse a las Pléyades, conjunto estelar consignado por los astrónomos mayas. La palabra "tzab” se usaba para designar a la víbora de cascabel y también a dicha constelación. Por su parte, el glifo emblema Edzná muestra un rostro humano de perfil portando una orejera con bandas cruzadas. Se empleaba para denotar el ámbito de dominio político y territorial de la antigua ciudad. Ambos jeroglíficos fueron utilizados entre los siglos VII y IX de nuestra era. Las primeras referencias a Edzná fueron consignadas por Teobert Maler, explorador austriaco que llegó al país como parte de la milicia de Maximiliano de Habsburgo en la década de 1860 y después se quedó a vivir en México. Maler estuvo a 10 km al sur de Edzná en 1887, pero decidió no visitar las ruinas porque sus informantes le comunicaron que no había "fachadas de edificios en pie”. Los campesinos y cazadores de la región sabían de los vestigios prehispánicos de tiempo atrás, pero fue hasta 1906 cuando los habitantes de la Finca Hontún (ubicada 6 km al noreste de Edzná) informaron de ello al gobierno porfirista. El movimiento armado de 1910-1920 dejó la noticia en el olvido y en 1927 Nazario Quintana Bello, inspector de Monumentos Prehispánicos de la Secretaría de Instrucción Pública (hoy SEP), dio aviso oficial. Ese mismo año comenzaron las exploraciones a cargo de José Reygadas Vértiz (fotos), Federico Mariscal (planos y dibujos), Enrique Juan Palacios y Sylvanus Morley (inscripciones y fechas). En 1943 Alberto Ruz Lhuillier y Raúl Pavón Abreu iniciaron los recorridos para conocer la extensión y distribución de los edificios. En 1958 César Sáenz, Héctor Gálvez y Raúl Pavón comenzaron la excavación y restauración de algunos sectores de la Gran Acrópolis. A fines de los años sesenta George Andrews y un grupo de arquitectos norteamericanos (Universidad de Oregon) elaboraron el primer plano topográfico y un estudio arquitectónico. Al iniciar la siguiente década Ray Matheny, Donald Forsyth y otros especialistas (Fundación Arqueológica del Nuevo Mundo/Universidad Brigham Young/Utah) efectuaron más recorridos y un segundo plano, así como el análisis de los materiales cerámicos y la cronología del sitio. En la década de los setenta también prosiguieron las excavaciones y restauraciones dirigidas por Román Piña Chán. En 1981 y 1982 muchas comunidades de la región noroeste de Guatemala fueron afectadas gravemente por múltiples enfrentamientos entre la guerrilla y el ejército. Miles de campesinos emigraron a Chiapas y eventualmente a Campeche. A partir de 1986 la ONU y el gobierno de México implementaron un programa de empleo para refugiados mediante la excavación, restauración y mantenimiento del patrimonio arqueológico de Edzná. Luis Millet Cámara dirigió el proyecto los dos primeros años con un equipo de arqueólogos que incluyó a Florentino García, Heber Ojeda y Vicente Suárez, entre otros. De 1988 en adelante Antonio Benavides C. ha coordinado diversas investigaciones en Edzná, con la participación de muchos especialistas como Rosario Domínguez, Alan Maciel, Sara Novelo, Carlos Pallán y Ana María Parrilla. De 1996 a 2000 el programa fue financiado por la Unión Europea. Las temporadas de campo del nuevo siglo han sido promovidas y financiadas por el INAH. Como resultado global de la última década de actividades arqueológicas, hoy están abiertos al público una veintena de edificios distribuidos en una superficie de nueve hectáreas.