Ocoyoacac
Ocoyoacac |
En la nariz del ocoquahuitl (ocotes) |
La zona arqueológica se localiza en el lado oeste del lomerío bajo de la Sierra de las Cruces, en el sitio conocido como Tlalcozpan. Su ocupación data de 450 d.C. y continuó hasta 650 d.C. (periodo Clásico). En ese entonces, el valle de Toluca estaba ocupado por grupos agricultores originarios de la familia otomiana. Después se avecindaron en la región habitantes de Teotihuacán, cuya presencia se ha constatado también en otros municipios, tales como Metepec, Calixtlahuaca, Ojo de Agua (en Tenango del Valle), Los Cerritos, Santa Cruz Azcapotzaltongo, Rancho la Mora (en Toluca), Villas del Campo y Las Fuentes (en Calimaya), San Mateo Atenco y San Antonio La Isla. La diversidad de ecosistemas y la riqueza de recursos naturales existentes en el valle de Toluca ofrecieron las condiciones necesarias para la subsistencia humana. En la planicie aluvial, los nuevos pobladores se encontraron con recursos lacustres y tierras fértiles, y en el de lomeríos, con terrenos aptos para cultivar maíz, calabaza y frijol. Asimismo, la zona boscosa brindaba el recurso de la madera y la posibilidad de cazar y recolectar frutos. El valle de Toluca se distinguió, entonces, por asentamientos venidos de Teotihuacán. Es posible que de aquí enviaran a la gran metrópoli diversos productos para la subsistencia de su gente, que de este modo se pudo surtir de productos agrícolas y lacustres, así como de gramíneas, fauna del lago, cal y madera, todo lo cual se transportaba a través de las rutas de comunicación que ya se habían establecido desde tiempo atrás. En Ocoyoacac se construyeron habitaciones sencillas y recintos ceremoniales incorporando ideas, costumbres o modas teotihuacanas, lo que se refleja en la manufactura de vasijas, figurillas, objetos de molienda y artículos líticos hallados durante las excavaciones en el sitio. El contacto entre la población del valle de Toluca y Teotihuacán queda de manifiesto también con materiales como la obsidiana verde —cuyo comercio en ese tiempo era controlado por Teotihuacán—, así como la pizarra y la cerámica importada de la gran urbe. De ahí también se adoptaron costumbres y ritos, como el juego de pelota, la forma de enterrar a los muertos y el culto a Quetzalcóatl y Tláloc.