En este capítulo analizaremos la importancia de las culturas originarias, las cuales nos dejaron grandes aportes que durante algún tiempo estuvieron en el olvido y ocuparon un lugar marginal, pues la cultura europea tomó su sitio, dominando los patrones éticos y estéticos cristianos que tan sólo permitieron la incorporación de la simbología nativa en detalles decorativos del arte colonial.

La Conquista y el Virreinato implicaron un cambio radical de las civilizaciones del México Antiguo por la imposición y dominio colonial. El fin de los Estados indígenas de América fue de golpe; en arquitectura y escultura se cortó de tajo la continuidad, pero los rituales y costumbres se modificaron en forma gradual y dieron como resultado un sincretismo cultural. La supervivencia de diversos elementos culturales y de las lenguas nativas fueron una muestra en un escenario en el que tanto las autoridades administrativas españolas como los dirigentes indígenas –cuyos cargos dependían de una cumplida obediencia– suprimieron edificios, estatuas, pinturas y expresiones simbólicas de origen indígena.

El aislamiento y la vida colonial restrictiva, que desde la segunda mitad del siglo XVI caracterizó a la Nueva España, fueron definitivos para las culturas nativas; pero aun en medio de esta asfixia, se registraron actos de resistencia que reivindicaron el pasado y dieron pie a la disputa por la historia antigua de México.