Zonas arqueológicas
El INAH ha registrado más de 49,347 sitios arqueológicos con antigüedad, dimensiones y trascendencia variables, desde aquellos habitados por grupos que vivían de la caza y la recolección hasta los grandes emplazamientos prehispánicos, las áreas bajo el agua que explora la arqueología submarina, e incluso zonas de extracción de materia prima. Los sitios inventariados son apenas una pequeña muestra de los existentes, calculados en más de un millón. De esta enorme variedad, el INAH ha abierto al público 187 zonas arqueológicas, entre las que se cuentan lo mismo la metrópoli de Teotihuacán, en el Estado de México, que las pinturas rupestres en las cuevas de la Sierra de San Francisco, en Baja California Sur, y la ciudad amurallada de Tulum, en Quintana Roo, o la arquitectura de tierra en Paquimé, Chihuahua.
Habitado desde épocas muy tempranas, cobró relevancia porque ahí se realizaba la ceremonia del Fuego Nuevo, con la que se evitaba que el sol muriera. Se llevaba a cabo cada 52 años y se celebraron cuatro (en 1351, 1403, 1455 y 1507). La caída de Tenochtitlan impidió que la quinta pudiera efectuarse.
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Posee magníficos grupos arquitectónicos como la Gran Acrópolis, y estupendos edificios, sobre todo el llamado de los Cinco Pisos. Sus habitantes desarrollaron un complejo sistema hidráulico que les permitió contar con agua todo el año. Llegó a convertirse en una poderosa capital regional entre los años 400 y 1000.
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