Cuicuilco
Cuicuilco |
Lugar donde se canta y se baila |
Importante ciudad de la cuenca de México, quizá la primera y la de mayor peso en aquella época. Se fundó hacia el año 2100 antes de nuestra era, cerca de la serranía Zacatépetl y del lago de Chalco. Al principio era un conjunto de aldeas agrícolas que también se dedicaban a la pesca. Para el año 800 a.C. parece haberse convertido en una ciudad compleja y en un centro comercial muy importante por el cruce de caminos hacia los valles de Toluca y Morelos. Sin duda fue una capital religiosa en la que el culto a Huehuetéotl, el dios viejo del fuego, ocupaba un lugar preponderante. El nombre que le atribuyeron después los mexicas, “Donde los cantos y la danza”, denotaba ese carácter sagrado. Todo le auguraba un brillante porvenir, en ella no faltaban bastimentos ni recursos. Además, en la urbe se producía fina cerámica de variadas formas, de la que se han rescatado magníficas muestras de tres periodos (entre el 600 y el 200 a.C.), en especial los trípodes con tapadera en forma de cabeza de ave. Es posible que Cuicuilco haya competido comercialmente con la naciente Teotihuacán hasta que el Xitle, un volcán de la sierra del Ajusco, entró en actividad hacia el año 250. Se sabe que primero recibió emisiones de gases y ceniza, y finalmente tuvo lugar una erupción devastadora. Una extensa y gruesa capa de lava cubrió la ciudad y el paraje contiguo: el Pedregal de San Ángel. La violencia del estallido afectó 400 hectáreas y el manto de lava alcanzó 10 metros de espesor. Los sobrevivientes se desperdigaron; parece que muchos fueron a refugiarse a Teotihuacán. De Cuicuilco quedaron, para la posteridad, la Gran Pirámide, erigida entre el 800 y el 600 a.C., de planta elíptica (la Zona A); el Montículo Circular de Peña Pobre (Zona B), la Pirámide de Tenantongo en el Bosque de Tlalpan (Zona B) y la construcción de base circular de la Villa Olímpica (Zona C). En los siglos que siguieron, sobre todo en el XX, la Ciudad de México creció hasta cubrir con edificios modernos gran parte de los terrenos sobre los que podría haber, en lo profundo, vestigios de la ciudad de prehispánica, por lo que su estudio y recuperación se ha vuelto muy difícil. Sin embargo, en las exploraciones realizadas, sobre todo en áreas que no cubrió la lava (la Zona A), se han recuperado algunas armas (átlatl o lanzadardos), piezas de obsidiana y cuentas de piedra; igualmente, ha sido posible rescatar entierros en que los restos humanos aparecen flexionados y muestran deformación craneana. Manuel Gamio realizó las primeras exploraciones de la Gran Pirámide de Cuicuilco en 1915 y 1920, lo que permitió situar la zona con cierta precisión. Entre 1922 y 1925 prosiguió esa investigación con la colaboración de Byron Cummings, el apoyo de la Universidad de Arizona y la National Geographic Society, siempre sobre la pirámide principal. En la década de 1930, Eduardo Noriega excavó el área circundante y encontró cámaras abovedadas, enterramientos, cerámica y altares. Hasta 1966 Roberto Gallegos, ya bajo la dirección del INAH, reemprendió las investigaciones en el área B de la Villa Olímpica, donde se localizaron 183 entierros y una casa de la ciudad original. En 1978 se hizo una restauración general, que se amplió en 1980; entre 1984 y 1987 Manuel Gándara llevó a cabo una exploración durante la cual descubrió una construcción de base circular en el parque de Loreto y Peña Pobre. En 1996, Mario Pérez Campa encontró una columna de 3.90 metros al sur de la Gran Pirámide con inscripciones que podrían ser los primeros registros astronómicos del México antiguo de los que se dispone. Un museo de sitio complementa la oferta al visitante, con objetos que han sacado a luz las investigaciones.