Toniná
Toniná |
La casa de piedra |
En la cima de una colina que domina el valle de Ocosingo está emplazado Toniná, un espacio sagrado maya habitado por un pueblo guerrero. La riqueza de esta zona arqueológica la hace comparable a otros grandes sitios de Chiapas, como Palenque, pese a lo cual es menos conocido que éste. Su apogeo va del año 600 al 900, dentro del periodo Clásico, y fue el último testigo del ocaso del llamado Viejo Imperio Maya. De hecho, la última fecha de esta etapa fue hallada justamente en Toniná y corresponde al año 909. Su gobernante más importante fue Tzots Choj, “Murciélago-tigre”. Prueba del esplendor que alcanzó es su núcleo político-ceremonial, integrado por la Acrópolis y la Gran Plaza, en las cuales se concentran diversos edificios. En la Acrópolis se encuentran las estructuras más importantes del sitio. Construida en lo alto de una montaña modificada artificialmente para hacer siete plataformas, alcanza una altura de 75 metros y tiene 320 metros de fachadas. Al centro corre una escalinata de 260 escalones que conduce a dichas plataformas, las cuales albergan un enorme laberinto de templos, palacios y estructuras conectados entre sí por calzadas. La población general habitaba en la periferia. En la Gran Acrópolis sobresalen el Inframundo; el Palacio o Casa de las Luciérnagas, conjunto donde vivía el gobernante y está compuesto por una serie de patios centrales alrededor de los cuales se disponían las habitaciones e incluso un baño, que se abastecía con agua de lluvia y contaba con un sistema de drenaje; el Friso de las Cuatro Eras, cuyos relieves se han interpretado como la representación del mito de las cuatro eras cosmogónicas, representadas por cabezas humanas que caen; el Templo del Espejo Humeante, ubicado en la plataforma más alta del sitio y rematado con una crestería, y, finalmente, el Templo del Monstruo de la Tierra, con una representación de dicho monstruo con las fauces abiertas y devorando una esfera solar de piedra. En cuanto a la Gran Plaza, está integrada entre otras estructuras por un juego de pelota y el Altar de los Sacrificios. En la cancha del primero hay por lo menos 10 esculturas de cautivos de Palenque y su aliada Copán, resultado de los 20 años de guerra que Toniná sostuvo con ambas urbes. Las esculturas representan personas con las manos y los pies atados. Algunas investigaciones sugieren que Toniná derrotó a Palenque y fueron tomados prisioneros dos hijos de Pakal. Al sitio se accede por la cancha del Juego de Pelota I o de los Prisioneros, una de las mayores de su tiempo, donde también se yergue el Altar de los Sacrificios. La primera referencia de Toniná fue hecha por fray Jacinto Garrido en el siglo XVII. En el siglo XIX recorrieron el sitio, sucesivamente, Guillermo Dupaix, John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood, así como Eduard y Cecil Seler. En el siglo XX Franz Blom y Oliver LaFarge arribaron al lugar e hicieron una detallada descripción de unos 30 monumentos, mencionando por primera vez algunas esculturas del lugar. Durante 1944 Eric Thompson y Sylvanus G. Morley pasaron algunos días en el sitio para estudiar sus monumentos, y en 1972 se inició una investigación auspiciada por la Mission Archeologique Française et Ethnologique au Mexique y el Centre National de la Recherche Scientifique de Francia. Las excavaciones continuaron entre 1973 y 1974 y de nueva cuenta entre 1979 y 1980. Para cuando terminó el proyecto el número de monumentos registrados se incrementó a 141. En 1980 se iniciaron los trabajos de investigación y conservación de la zona arqueológica por parte del INAH, labor que continúa hasta nuestros días y ha permitido descubrir una gran cantidad de nuevos edificios, lo mismo que dos esculturas que representan cautivos de guerra. Toniná guarda todavía muchos secretos que habrán de conocerse gracias a esta labor.