Poderosa capital regional, como prueban sus monumentales construcciones. Tiene además un elemento que no se encuentra en otra parte del área maya: un foso que rodea los edificios más importantes del sitio, al cual se accedía por siete entradas.
La zona arqueológica de Becán se localiza al sureste del estado de Campeche. En lengua maya peninsular su nombre significa "camino, cavidad o barranca formada por el correr del agua”. También se ha interpretado como "camino de la serpiente”, en alusión al gran foso que rodea de manera irregular el núcleo del asentamiento prehispánico. La zona arqueológica de Becán fue registrada en 1934 por los investigadores norteamericanos Karl Ruppert y John Denison, quienes realizaron una expedición al sur de Campeche bajo los auspicios de la Institución Carnegie de Washington y elaboraron un breve pero importante estudio de su arquitectura. Posteriormente, de 1969 a 1973, Wyllys Andrews IV y Richard Adams, de la Universidad de Tulane (en Nueva Orleans), encabezaron investigaciones en la región Río Bec, incluido Becán, lo que reveló más datos sobre la arquitectura, sistemas de asentamiento, defensivos y agrícolas, lo mismo que acerca de la cerámica y lítica (el trabajo de la piedra), entre otros temas. Desde entonces diversos investigadores, esta vez adscritos al Instituto Nacional de Antropología e Historia, han centrado sus esfuerzos en la investigación, restauración, conservación y difusión del sitio: Agustín Peña en 1977-1978, Román Piña Chan en 1983-1985, Ricardo Bueno en 1991-1994, Antonio Benavides en 1995, Vicente Suárez en 1995-1996 y 2009, y Luz Campaña de 1999 a 2001. La ocupación del lugar se remonta al periodo Preclásico Medio (600-300 a.C.), si bien la arquitectura más temprana conocida data del año 100 de nuestra era, y se trata de incipientes basamentos con cimientos de habitaciones. Para finales de la época Preclásica (300 a.C.-250), la aldea original formada por un puñado de casas habitación se transformó en una villa con una población mucho más densa. Las tierras de los alrededores fueron cultivadas con éxito, y su ubicación estratégica entre la costa del Golfo y el mar Caribe permitió el control de las rutas de comercio locales. El centro del asentamiento se localiza dentro de un perímetro definido por un foso con parapeto, cuya construcción se remonta al final del Preclásico. Este foso cuenta con siete accesos, conformados cada uno por una especie de puente macizo que lograron al cortar la roca madre y extraer la arena caliza de la región, también conocida como sascab; su volumen se completa con mampostería. La longitud del foso es de 1,890 m y su ancho de 16 m en promedio, con una profundidad que varía de 1.20 a 5.70 metros. La función del foso fue múltiple y nunca tuvo la de contener agua: fue parte de un sistema de desagüe del área nuclear de la ciudad. Se piensa que inicialmente fue cantera o banco de material para extraer en grandes cantidades los componentes para la edificación de las estructuras monumentales. Al mismo tiempo, fue diseñado para delimitar el área cívico-ceremonial de Becán, conformada por tres conjuntos arquitectónicos conocidos como Oeste, Centro-Norte y Este, todos con plazas denominadas de igual forma. Esto también proporcionaba un aspecto defensivo al sector desde el cual la élite detentaba el poder político y económico del lugar. A inicios del Clásico, toda la región sur del actual territorio campechano se encontraba bajo la influencia de los sitios del Petén. El vínculo con el Petén fue evidente, como lo atestiguan la alfarería y aun su arquitectura. La Estructura IX de Becán, con sus 42 metros, no sólo es la de mayor altura, sino que también representa la arquitectura Petén de los periodos Preclásico y Clásico. A lo largo de la época Clásica se erigieron varias estelas que conmemoraban eventos y logros relevantes de la dinastía local, como ascensión al poder, conquistas y aniversarios. Durante el Clásico Tardío (600-900), Becán se consolidó como capital de toda la región Río Bec, y se destaca de los otros sitios de esa área por su antigüedad, larga existencia, gran cantidad de edificios monumentales y concentración de ellos, así como por la calidad en el tallado de las piedras en la profusa decoración de muchos de esos inmuebles. Esto nos habla de una nutrida población y de la organización del trabajo que alguna vez imperó ahí con el control ejercido por la clase gobernante del lugar, todo lo cual dio como resultado el desarrollo de la comunidad y los edificios de carácter administrativo y religioso de Becán. Se considera que bajo el yugo de Becán estuvieron comunidades como Chicanná, Chaná, Xpuhil, Hormiguero, Payán, Culucbalom, Manos Rojas, Okolhuitz y otras más, con las cuales interactuaba a nivel regional. Becán se distingue de la mayoría de los demás asentamientos en la región Río Bec tanto por su aspecto nucleado como por la monumentalidad vertical de sus edificios expuestos. Dentro de esos grandes volúmenes arquitectónicos están sepultados otros edificios más antiguos. Gran parte de sus estructuras en su última época fueron construidas principalmente en el periodo de 600 a 800. Su arquitectura está inscrita en la tradición Río Bec, que se caracteriza por edificios principales de planta semicuadrangular, con numerosos aposentos soportados por una plataforma. Los flanquean a ambos lados sendas torres de cuerpos en escalón que simulan una pirámide igualmente escalonada con una gradería imposible de ascender que remata en un templo, también aparente o cuando menos semifuncional. Ejemplos de ello son las Estructuras I y VIII. En la primera de ellas, con 15 m de altura, posiblemente se hacían observaciones astronómicas, en tanto que la última fue destinada a actividades religiosas. Una cualidad arquitectónica son las columnas de forma cilíndrica hechas de mampostería revestida de sillares bien trabajados. Los motivos ornamentales de la arquitectura Río Bec suelen ser paneles que contienen cabezas muy estilizadas de serpientes vistas de perfil, adornos calados en forma de tableros de ajedrez, cruces también caladas, adornos escalonados y series de tres tamborcillos en la parte basal de los edificios. En el Posclásico la actividad constructiva disminuyó considerablemente: prefirieron seguir utilizando los edificios existentes o bien desmantelarlos en parte. Alrededor del año 1000 de nuestra era, la ciudad maya de Becán comenzó a desintegrarse y fue ocupada por otras comunidades con mayor fuerza política y económica. Paulatinamente se despobló, y las densas selvas del sur la invadieron.